Canaval, ya no te quiero.

Jamás pensé que acabaría odiando una festividad que durante años he adorado. Jamás pensé que alguien me arrebataría a la persona más importante de mi vida. Jamás pensé que te pasaría a ti, Ana.

Carnaval, una fecha en la que la gente se disfraza. Algunos optan por formar parte de alguna comparsa, otros prefieren las murgas y muchos deciden disfrazarse por su cuenta.

En mi familia siempre hemos sentido mucho la llegada del carnaval, es como una tradición. Formamos parte de una comparsa en Badajoz y durante meses cosemos nuestros trajes, ensayamos los pasos y componemos los ritmos con los que llenaremos de alegría las calles de nuestra amada ciudad. 

Aquel año todo surgió de forma diferente, mi hermana no quería disfrazarse. Tenía su traje hecho y durante semanas había asistido a los ensayos. Algo raro estaba sucediendo.

Mi familia y yo pensamos que se trataba de una más de sus rabietas, que lo único que sucedía era que quería disfrazarse de cualquier cosa con sus amigas de clase,porque "eso de las comparsas había pasado de moda".

Cuando esto sucedió nosotros intentamos convencerla, no queríamos que abandonara lo que durante años y generaciones había sido una tradición. Mis padres, por una parte querían respetar su decisión, pero, por otra parte, no se imaginaban un carnaval sin su niña.
Al ver que la tristeza y decepción inundaban las cuatro paredes de mi casa, entré al ataque. Hablé con mi hermana haciéndole ver que yo, en mis 25 años de vida había sido capaz de compartir el carnaval tanto con mis amigas como con mi familia.

Mi hermana, al ver la insistencia que ponía para que cambiara de opinión y la cara de decepción de mis padres, nos comunicó que se vestiría. Aunque no le apeteciera, aunque quisiera disfrazarse con sus amigas, se disfrazaría.

Esta noticia devolvió a mi familia esa ilusión de cada año, todo volvía a ser normal.

Primer desfile, todo fue genial. Disfrutamos, reímos y seguíamos siendo nosotros, la misma familia unida de siempre.

Segundo desfile, mi hermana no sonreía, pero al menos lo intentaba. En ella algo había cambiado. Todos lo notamos y todos pensamos que era del cansancio, que a lo mejor se había tomado sus primeras copas y no le habían sentado del todo bien.

Tercer y último desfile, y digo último porque fue el último en el que desfilamos mi familia y yo. Mi hermana estaba destrozada, decaída, triste y al mismo tiempo nerviosa. En aquel momento empecé a preocuparme, algo realmente malo estaba pasando.
Como cualquier hermana, le pregunté qué le sucedía, que podía contarme cualquier cosa. Ella respondió nada, cansancio.

No quise insistir, puesto que tampoco quería agobiarla, tan sólo le di un abrazo para que supiera que ahí estaría siempre.

Tan frágil en mis brazos, tan llena de vida. Recordaré ese abrazo el resto de mis días.

Esa misma noche todo era alegría, fiesta, alcohol y risas hasta que sonó mi móvil. Sonó una y otra vez, hasta que me di cuenta. Tan sólo vi "10 llamadas perdidas de Mamá". En ese momento tuve un mal presentimiento y rápidamente llamé a mi madre.

Primer toque, segundo toque y escucho un llanto. Las piernas, las manos y el corazón me temblaban.
Después del llanto vino un nombre, el de mi hermana. En ese preciso momento cayó mi primera lágrima. Todavía no sabía que podía haber pasado, pero me temía lo peor.

En aquel momento cogió el teléfono otra persona (supongo que alguien del hospital) y me comunicó lo que mas temía. Las palabras que utilizó fueron las siguientes: Tu hermana Ana ha fallecido, lo siento mucho.

No puedo explicar cómo llegué, cómo me sentí, ni siquiera puedo explicar cómo me siento ahora escribiéndolo. Simplemente me sentí vacía.

A mi hermana la estaban acosando, no era que quisiera disfrazarse con sus amigas, no era que hubiese perdido el espíritu carnavalero; no era nada de eso. Sentía miedo por un grupo de niñas que le hacían la vida imposible y por aquella fecha la amenazaron de muerte si salía de casa. Sabían que era su festividad, era feliz celebrándola y no iban a permitirle esa felicidad.

En el primer y el segundo desfile recibió amenazas y acosos. El último día, ya que mi hermana no había obedecido sus órdenes, la golpearon acabando con toda la vida que habitaba en ella.

Supongo que mi hermana nos lo ocultó para no preocuparnos, pensaría que nunca llegarían a tal punto, que sería algo pasajero.
En ese momento y ahora mismo, todo son suposiciones. Porque ella nunca me podrá contar qué pasó, porqué no me lo contó, porqué no nos pidió ayuda.


Cuando llega esta fecha se me inundan los ojos de lágrimas. Antes lágrimas de nervios y alegría, ahora de tristeza.

Por esto, Carnaval, ya no te quiero.

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